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Penitentes

Reflexión, arrepentimiento y penitencia en la Procesión Jesús del Gran Poder, el evento de la comunidad religiosa que moviliza a todo un país en Semana Santa

Cada año, tras el rezo del Viernes Santo en la mañana, toda la comunidad religiosa de Quito, Ecuador, tiene en su mente un sola cosa: La procesión de los Penitentes que parte desde la iglesia de San Francisco.

Alrededor de 250.000 personas se estima, han participado de este evento en los últimos años.

Emitiendo también ha estado allí.

La procesión comienza a las 12hs, en recuerdo de la hora en la que Poncio Pilatos condenó a muerte a Jesús. Unas 2.000 personas se inscribieron para la edición del 2017, aunque a estos, muchos se le suman a medida que el grupo avanza. Los cucuruchos, junto con las Verónicas, son las figuras tradicionales que acompañan a Jesús del Gran Poder y a la Virgen Dolorosa en este recorrido que inicia y termina en San Francisco y que recorre por las calles Cuenca, Bolívar, Venezuela y hacia el norte, Manabí, Vargas, José Riofrío, Venezuela, Manabí, García Moreno, Bolívar Cuenca y finaliza en el Atrio de San Francisco.

Procesión de Semana Santa en Quito

Los cucuruchos simbolizan a los penitentes que, vestidos de morado, muestran su arrepentimiento y su voluntad de cambio. Las Verónicas son las mujeres que recuerdan a aquella que se acercó a Jesús mientras iba al Calvario y le limpió el rostro cubierto de sudor y sangre y en cuyo lienzo habría quedado impregnado el rostro de Jesucristo. En Quito, las Verónicas también visten de morado y llevan el rostro cubierto con un velo negro.

La procesión dura hasta las tres de la tarde, la hora de la muerte de Señor, y el descendimiento se realiza a las seis de la tarde, la hora en que termina el día para los judíos. En muchas iglesias existe la ceremonia de las Siete Palabras y la impresionante ceremonia del descendimiento en la que el sacerdote, desde el púlpito, narra cómo las santas mujeres y un grupo de Apóstoles se encargaron de dar sepultura a Cristo.

El evento resulta realmente conmovedor. Más allá de filiaciones religiosas, ver desde pequeños niños hasta adultos mayores, caminar descalzos y encadenados, cargando pesadas cruces de madera sobre sus cuerpos, con coronas de espinas sobre sus cabezas y púas de alambre abrazando sus cuerpos es un espectáculo que ningún turista que visite el Quito Colonial se debe perder. Nosotros nos metimos entre los feligreses, y reflejamos en imágenes el sentir de estos abnegados fieles que marchan en busca del perdón, transmitiendo un poderoso mensaje de esperanza.


Fuente
Fotografías cortesía de Sergi Walker

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