Siempre que hablamos o escribimos sobre Cuba, comenzamos haciéndolo con la misma recomendación. Si aún no has ido, no pierdas más tiempo. Reserva pronto tu vuelo y visítala. Vive una experiencia que no encontrarás en ningún otro lugar del planeta, y hazlo ya, porque pronto ya nada volverá a ser igual allí.
Sin pretender defender ideologías políticas, el modelo socialista que durante más de 50 años lideraron los Castro en la isla caribeña, engendró y configuró un universo y un pueblo con una concepción de las cosas diferentes a todos, incluso al de otras sociedades socialistas del mundo.
Lo primero que saltará a tu vista serán sus calles, sus derruidos edificios y sus clásicos vehículos antiguos que te trasladarán en el tiempo, a una época donde las cosas se hacían para que duren.

Pero en cuanto comiences a relacionarte con su gente, descubrirás a través de ellos la verdadera esencia de este pueblo. Su alegría desbordante a pesar de sus visibles carencias, un nivel cultural medio palpable en cada una de sus frases y conceptos y una verborragia indetenible que te acompañará en cada paseo.
Cuando nosotros visitamos La Habana, aún su líder revolucionario estaba con vida, pero ya algunos pequeños cambios comenzaban a palparse. Sin embargo aún se podían disfrutar aquellas vivencias que nos enamoraron de esta ciudad de casi 500 años.
Una de ellas es la extraña sensación de seguridad que en ningún otra gran capital latinoamericana hemos vivido. Salir de noche a caminar su malecón rodeados de jóvenes bailando, visitar la Zorra y el Cuervo, su club de jazz más famoso, degustar unos ricos mojitos y regresar caminando de noche, tranquilos, sin la más mínima sensación de peligro, es un recuerdo que quedará grabado a fuego en nuestras memorias.
Para vivir a pleno esta ciudad, y conocer en profundidad sus razones, te aconsejamos evitar los hoteles y rentar habitación en casas particulares. Si puedes hacerlo en El Vedado aún mejor. Descubrirás casas señoriales, venidas a menos, pero con una elegancia y pomposidad aún visibles que te ayudarán a entender el lujo de una ciudad que fue la joya de la corona durante la colonia española y que acogió durante décadas a los vecinos del norte, en sus escapadas de placer y desenfreno.

Desde allí, estarás a un paso para visitar su centro histórico, atravesar el barrio chino, caminar el Paseo del Prado, admirar el imponente Capitolio, sus museos y edificaciones coloniales, y por supuesto llegarte hasta la emblemática Bodeguita del Medio, para tomar los mejores mojitos de la ciudad. Nosotros cruzamos la ciudad a pie, cámara en mano, pero si quieres llegarte más rápido, puedes tomar sus divertidos coco taxis, un medio de transporte, como tantas otras cosas en esta ciudad, pensados para los turistas. Por supuesto no puedes irte sin probar también sus taxis privados (diferentes a los estatales). Los reconocerás fácilmente porque todos son grandes carros americanos de los años 40 y 50 (previos a la revolución) remodelados en su mayoría con técnicas que pintan de cuerpo entero la aguda inventiva artesanal de los cubanos.
Imperdible también presenciar el clásico cañonazo de las nueve, desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la cual junto al Castillo de los Tres Reyes del Morro, domina la entrada a la bahía de la ciudad y al principal puerto de la Isla. Su historia remite a la época de la colonia, y anunciaba el cierre de la ciudad intramuros, para protegerse de ataques corsarios y piratas.
La Habana por supuesto es mucho más que cultura, historia, alegría, música, habanos y buenos tragos. Al estar ubicada en un lugar privilegiado del Caribe, naturalmente te ofrece a pocos kilómetros numerosas playas paradisíacas para disfrutar. Y para hacerlo no debes llegar hasta Varadero o Cayo Largo. A menos de 30 minutos de la capital, múltiples balnearios de idílicas arenas blancas y aguas turquesa te recibirán. Hay para elegir. Playa Bacuranao, Tarará, Tropicoco y Guanabo, la más larga de todas. Llegar a ellas es muy sencilla. Por solo 5 cuc al día, buses turísticos te llevan hasta todas las Playas del Este, y puedes subir y bajar cuantas veces quieras.
Estos buses turísticos también son muy recomendables para recorrer y conocer otros lugares de la ciudad como la Plaza de la Revolución, la Necrópolis Cristóbal Colón, o el Jardín Zoológico.
Pero el mayor viaje que puedes hacer en La Habana es a través de su gente. Hablar con ellos será tu mejor vehículo para conocer su cultura, sus historias, sus pesares y su contagiosa alegría. Lo llevan todo a flor de piel, y no te costará ni medio cuc, te lo regalan.
En fin, como quieran vivirla, la experiencia de visitar La Habana es única. Y deben hacerlo ya.
Recomendaciones
- La ciudad está pensada para el turismo, y los precios pensados en consecuencia. Muchos taxistas están arreglados con restaurantes y te llevan a restaurantes salados… Así y todo hay opciones para comer. Nosotros encontramos lugares donde disfrutar ricos platos locales, como la ropa vieja, a precios accesibles. De los turísticos, El Café de Oriente (ojo, en el patio trasero), El Piña de Plata debajo del Floridita, y si te animas, las clásicas “ventanitas”, para comer a lo cubano, sin tanta higiene pero todo el sabor.
- La Bodeguita del Medio es el lugar más emblemático de La Habana para tomar mojitos, así como El Floridita para tomar Daiquiris. Fueron los lugares elegidos por Hemingway y están cargados de historia. Deben ir. Pero no necesariamente son los mejores para disfrutar de esas bebidas. Prueben por ejemplo el Daiquiri de Wanda´s Café Bar en La Habana Vieja, y luego nos cuentan…
- Si lo tuyo son los helados recomendamos los de Coppelia, una institución en la materia, en el corazón del Vedado.
- Es preferible viajar con euros y no con dólares. El cambio es favorable cuando debas obtener los cuc, la moneda para turistas en cuba.
- Nunca compren sus habanos y toda clase de souvenirs el primer día. Numerosos cubanos los abordarán por las calles ofreciéndoles toda clase de gangas. Esperen, comparen precios y calidades. Si compran el último día seguramente comprarán a precios más convenientes.