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La Antigua Guatemala, única en su clase

Un viaje al pasado colonial religioso mejor conservado de toda América Latina

Hablar de La Antigua, Guatemala, es un tanto complejo y si se quiere en exceso sensible para nosotros, porque debe ser el destino turístico que más veces hemos visitado, y la hemos recorrido y abordado de tantas formas diferentes, que como sea, siempre sentiremos que algo importante estaremos dejando de lado.

Lo más directo sería hablar de su importancia histórica, el valor cultural enorme que reflejan cada uno de los innumerables templos religiosos en ruinas, que en su conjunto representan un documento viviente invaluable de la presencia y acción de las diferentes órdenes religiosas en América, durante la colonización española.

Declarada por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad en 1979, se ha convertido en un destino turístico obligado para todo aquel que desea vivir por un instante, en una aldea detenida en el tiempo, más propia de los siglos XVI o XVII.

Más allá de los repetidos movimientos sísmicos que han afectado una y otra vez la estructura edilicia de sus construcciones, las autoridades y lugareños se han esmerado en preservar inalterable su espíritu colonial.

Imposible recomendarles que templos visitar porque en realidad hay que conocerlos todos. Cada uno tiene su magia especial. Lo ideal es tomarse al menos una jornada entera completa para caminarse la ciudadela de punta a punta, y aprovechar para fotografiar cada detalle marcado en sus centenarias piedras. Llevar preparado un mapa con la ubicación de cada uno es ley. Pero no se asusten, es muy difícil perderse, porque la ciudad, al mejor estilo clásico español, está construida sobre una cuadrícula perfecta.

En esa caminata, encontrarán numerosas opciones gastronómicas para cargar el “tanque” en paradas estratégicas.

La Antigua es un destino muy bien preparado para recibir al turista.

Pero aquí si nos tomamos el atrevimiento de recomendar la visita a un restaurante que podemos considerar una auténtica gema. Ubicada a un par de cuadras de la Iglesia de la Merced, sobre la 2ª Calle Oriente, La Cuevita de los Urquizu ofrece a precios razonables, lo mejor de la comida típica guatemalteca, con un toque español. Hay una gran variedad de platos, todos deliciosos, y como menú estándar, se puede elegir una carne, más dos acompañamientos. Lo difícil aquí es elegir, porque estamos convencidos, querrán probar de todo.

Para hospedarse también las opciones son muy numerosas, y se pueden encontrar alternativas para todos los bolsillos y presupuestos. En todos ellos se puede disfrutar el espíritu añejo de la ciudad, pero quizás en donde mejor se puede sentir ese viaje al pasado, es en el Hotel Museo Casa Santo Domingo. Montado sobre un antiguo convento, alojarse allí es vivir en un auténtico museo, rodeados de bonitos jardines, y una decoración rústica que no escatima detalles. El establecimiento alberga una capilla, un taller de cerámica y cera y la mayor fábrica y museo de jade de Antigua.

Bellísimamente iluminada de noche, caminar las calles luego de la caída del sol también es un espectáculo. Destaca el Arco de Santa Catalina, uno de los puntos emblemáticos de la ciudad, un pasadizo aéreo que conecta el Convento de Santa Catalina Virgen y Mártir que en la antigüedad era usado por las monjas de claustro para cruzar la calle sin tener contacto con las personas. Una fotografía allí es obligada.

Arco de Santa Catalina

Otro paseo obligado, es una excursión al Volcán Pacaya. No se necesita tener un estado físico privilegiado para hacer la caminata, y es una oportunidad única para vivir el desafío de toda una experiencia junto a un volcán activo, que enseña caminos de lava muy cercanos donde muchos aprovechan para cocinar sus malvaviscos con el calor que irradia.

Un paraje muy recomendado, sobretodo para aquellos que nunca han visitado paisajes volcánicos.

Pero de entre todas las experiencias vividas por nosotros en esta centenaria ciudad, recomendamos ante todo el vivir y mezclarse con su gente y los colores de un pueblo único como el guatemalteco, que mantienen como ningún otro en la región, un respeto por su pasado, su cultura y sus raíces. 

Los encontrarán por todos lados, vendiendo sus bellísimas artesanías, y regalando a su paso siempre una enorme sonrisa y un saludo cordial que estamos seguros dejarán una marca en todos ustedes.

Como corolario, La Antigua Guatemala tiene un clima especial, con una temperatura media perfecta de unos 25 grados, que harán sumamente agradable cada uno de tus paseos.

Darse una vuelta por este museo histórico viviente con forma de ciudad colonial es una experiencia que en emitiendo nunca nos cansamos de repetir.

Perderse en su magia es muy sencillo.
Lo difícil es no regresar.

Recomendaciones

  • Si viajas en auto desde el sur, desde países como El Salvador, Honduras o Nicaragua, lo más probable es que debas atravesar el tráfico de la ciudad de Guatemala, para llegar a los accesos hacia La Antigua. Recomendamos hacerlo bien temprano, en un horario en la cual la mayor metrópolis centroamericana aún no haya despertado. Podrás ahorrarte un buen tiempo en el viaje, y evitar los venditos tranques (trabazones).
  • Si viajas a Antigua, y tienes tiempo suficiente, puedes aprovechar para moverte y conocer una gran cantidad de destinos muy cercanos al centenario poblado, uno más bonito que otro. Destaca por sobretodo el inmensamente bello lago de Atitlán, con coloridos pueblitos como Santiago o Panajachel a su alrededor. Desde Antigua salen numerosos tours del día que se pueden tomar allí e incluyen paseos en bote por el mítico lago.
  • El Cerro de la Cruz es uno de los mejores lugares para apreciar la ciudad desde lo alto. Lo mejor es subir por la mañana, porque en la tarde se suele nublar, particularmente en invierno que es la temporada de lluvia. Para subir, hay que seguir la primera avenida norte hasta el fondo. Allí comienza el camino hasta el cerro. Arriba no hay puestos de comidas ni bebidas. Se puede subir en Tuc Tuc por unos pocos quetzales.
  • El mercado de artesanías más colorido se reúne frente a las ruinas de la Iglesia del Carmen. Es un punto ideal para comprar recuerdos de viaje.
  • Viajar en Semana Santa le agrega a la experiencia un extra que se potencia en La Antigua por el fuerte simbolismo religioso del poblado. Las procesiones son todo un espectáculo dignas de ver. Las calle se cubren con flores, y todos los vecinos participan de la elaboración de una alfombra. Las creencias católicas se mezclan aquí con las mayas, dándole al evento en sentido único. Eso si, cuidado con los precios y la disponibilidad en esta época. Todo puede costarte el triple, y si no reservas con semanas de antelación, puedes quedarte sin lugar.
  • Si quieres conocer a las mujeres mayas típicas del lugar, lavando sus ropas al estilo colonial, visita la Plaza de las Pilas, que está por la 6º calle oriente y la 3º avenida sur. Es más un momento de risas y vida social que otra cosa, porque la mayoría de ellas tienen agua en sus casas, pero es una oportunidad única para buscar charla, y conocer más de su cultura.

Fuente
Fotografías cortesía de Sergi Walker

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